Autor: Grupo Legislativo PRI
Hoy nos reunimos para conmemorar el Centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, fruto de la Revolución y esencia de las garantías sociales que gozamos'.
Este día, recordamos con gratitud y respeto a los Constituyentes que establecieron en 1917, los preceptos que conducirían el desarrollo de la nación durante el Siglo XX.
En ese tiempo, México transitaba del conflicto armado a la vida institucional; de la revolución social a la integración de un nuevo orden constitucional. Era el escenario de un México revolucionario, con derechos suprimidos y una enorme brecha de desigualdad social, entonces el Presidente Venustiano Carranza, encabezó el movimiento constituyente.
Carranza pronunció:
"Tendremos que removerlo todo. Crear una nueva Constitución cuya acción benéfica sobre las masas nada ni nadie pueda evitar."
Fue así que durante dos meses, 219 Diputados Constituyentes debatieron con pasión, varias veces con posturas opuestas, pero debatiendo con visión de Estado, lograron establecer acuerdos para el futuro del país.
A los Constituyentes los diferenciaba su lugar de origen, su procedencia social, incluso su ideología. Pero a todos los unía su amor por México.
Y precisamente, en el respeto a la diversidad de opinión se encuentra siempre la mayor riqueza de una nación.
Tras numerosas modificaciones y adiciones, la nueva Constitución se promulgó el 5 de febrero de 1917 en la ciudad de Querétaro y fue reconocida como "La Primer Constitución Social del Siglo XX", la primera en la historia en incluir los derechos sociales, marcando un antecedente para el resto del mundo.
Considerada la Constitución más avanzada del mundo capitalista, incorporó el derecho a la tierra, los derechos laborales, el derecho a la educación, a la salud y a la vivienda.
Reconoce las libertades de culto, de expresión y de asociación; la educación laica y gratuita, y la jornada de trabajo máxima de ocho horas.
Si bien, las Constituciones reflejan en el momento las aspiraciones de una sociedad, su propia naturaleza permite los cambios para adecuarse a los nuevos tiempos y también a las nuevas circunstancias.
Las modificaciones rompen dogmas e inercias en los temas sensibles para el avance del país tomando como referencia una sociedad más demandante y siempre más participativa.
Podemos afirmar que nuestra Constitución ha sido y sigue siendo la norma más completa que rige en nuestro país, constituyendo un orden jurídico de aspiraciones sociales del pueblo mexicano.
Nuestra Constitución es muchas veces mencionada, pero pocas veces estudiada a cabalidad; por tanto, entender nuestra Carta Magna no es tarea exclusiva de los estudiosos del derecho, por el contrario, es nuestro deber como ciudadanos activos y participativos tener pleno conocimiento de lo que nuestra Constitución plasma y de la evolución a la que está sujeta constantemente.
Vivir en una sociedad democrática nos exige conocer los principios que sustentan nuestra ciudadanía, que sustentan nuestro origen, que sustentan nuestra idiosincrasia, nuestra mexicanidad.
Nuestra Carta Magna es un documento que sustenta la organización del Estado y los alcances territoriales de la nación, así como las libertades, derechos y obligaciones de todos los que con orgullo nos denominamos mexicanos.
Si bien, la Constitución es un documento jurídico, también es un texto histórico y social, porque en ella se ha plasmado la evolución política, social, económica y cultural de nuestra nación.
Hoy que conmemoramos 100 años de la Constitución Federal de México, debemos reconocer que esta norma sigue siendo el eje rector de la convivencia social entre los mexicanos y nuestras instituciones.
Y también, compañeras y compañeros, recordamos y celebramos que en nuestro estado fue el 16 de diciembre de ese mismo año la promulgación de la Constitución Política del Estado de Nuevo León.
En esta casa, el Congreso del Estado, tenemos mucha historia detrás, han pasado muchas cosas, algunas buenas, otras peor que malas y hoy celebramos una de las mejores acciones que ha sabido hacer un Parlamento, nuestra Constitución.
Refrendemos nuestra lealtad, honremos la historia nacional que seguimos construyendo todos los días, apostemos por la unidad, cumplamos todos con nuestras obligaciones dentro de la Constitución, no fuera de ella. Celebrémosla así, por el bien y la tranquilidad de todos.
Hoy como nunca antes, el escenario internacional nos obliga a volver a nuestra esencia, a voltear hacia adentro, pues nuestra grandeza está aquí en México.
Sin importar su origen, en las últimas semanas hemos vivido un nuevo nacionalismo, somos un país libre y soberano; pacífico y conciliador con otras naciones.
Somos gente de lucha y de trabajo, que reconoce que la suma y no la división es la mejor arma para enfrentar adversidades.
Nos hemos dado la oportunidad de reconocer nuestro propio valor. Somos parte de un gran país, de una cultura sin igual, poseedores de una tierra que nos ha dado los mejores frutos, maravillosos paisajes y recursos naturales invaluables.
Mantengamos vivo este renovado orgullo nacional y celebremos el centenario de la Constitución como se merece, cumpliéndola cabalmente.
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