Autor: Grupo Legislativo PAN
Por: Nancy Olguín Díaz.
Como todos sabemos, cada año el 30 de abril celebramos el día de las niñas y niños, el cual, desde el año de 1924 fue instituido con la finalidad de lograr reafirmar sus derechos y crear una infancia feliz para el desarrollo pleno e integral de las y los niños.
Si bien es cierto que este día siempre ha sido considerado un día para festejar a nuestra niñez, en la que, hasta usamos frases que nos recuerdan la importancia del "nunca dejar de ser niños", veamos un poco de la realidad que actualmente viven las niñas y niños en México.
De acuerdo a la información presentada por la Revista Lancet y el Senado de la República a través del Instituto Belisario Domínguez 178 mil niños y niñas enfrentaron la muerte de uno o ambos padres por COVID, 275,800 perdieron a sus cuidadores primarios o secundarios por esta misma enfermedad, dejándolos desamparados o huérfanos por uno a ambos padres, y aunque la cifra es aproximada, reflexionemos sobre a cuántos de ellos se les brinda la atención que al hablar de Orfandad se requiere, son casos que el Gobierno no atiende, por falta de detección, recursos, o por el simple hecho de que al momento de priorizar se hace sobre los casos reportados ante autoridades por ser foco y no por un compromiso real con velar por restituir sus derechos y salvaguardarlos.
Cabe mencionar que esta cifra no es una estadística con la que cuenten nuestras Instituciones, ni que sea resultado de un estudio que en Nuevo León se esté haciendo sobre niñez, orfandad, consecuencias de COVID, ni mucho menos, únicamente es un estimado en base a las muertes, lo que no solo habla de un desconocimiento de la situación real, sino de la falta de trabajo y compromiso con la infancia.
Hay que recordar que los niños son el colectivo más vulnerable y, por tanto, que más sufre las crisis y los problemas del mundo, si no tenemos un parámetro de medición real, como podemos hablar de que se está trabajando por la niñez, resulta ilógico.
¿Que estamos haciendo por ellos? ¿Que estamos haciendo por las generaciones futuras? ¿Cuál es el legados que queremos dejarles y que País o Estado queremos dejarles?; ¿Qué les estamos enseñando a esos niños y niñas? ¿Qué es lo que estamos haciendo bien o mal?, o ¿qué es lo que podemos hacer mejor?
Sin duda, muchas preguntas y una respuesta: trabajar. Pero no como lo hemos venido haciendo, sino generar un compromiso real con la niñez de nuestro Estado y del país, para que las Instituciones responsables y garantes de sus derechos, las autoridades indistintamente de la competencia y nivel o esfera de gobierno y la sociedad en general formemos parte de este compromiso de asegurar una niñez plena.
Nosotros desde el Congreso, no sólo hoy debemos voltear a ver lo que ocurre con la niñez, tenemos la obligación de trabajar y analizar qué podemos hacer para garantizar que los niños, niñas y adolescentes que habitan en el Estado vivan felices, vivan sin miedo y puedan ser capaces de desarrollarse libremente, reflexionemos, hasta donde los hemos escuchado para saber qué es lo que necesitan, pero sobre todo, para saber que necesitamos hacer por ellos, para que mañana no sigan padeciendo las consecuencias de una pandemia que resultaría peor: nuestra indiferencia y apatía para hacer valer sus derechos.
José Vasconcelos decía que había que hacer de cada escuela "un palacio con alma", para que los niños pobres, descalzos y hambrientos vivieran en palacios las mejores horas de su vida y guardaran recuerdos luminosos.
Iluminemos a nuestros niños, niñas y adolescentes pues sin duda son el sendero que hemos de seguir para un mejor mañana.
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