Autor: Grupo Legislativo PAN
Por: Rosa Isela Castro Flores.
Don Eugenio Garza Sada fue uno de los empresarios mexicanos más relevantes de la historia, y sin duda el más destacado que ha visto esta tierra regiomontana. Su gran éxito en los negocios fue superado por los frutos de su vocación de servicio, carácter sencillo, actos de filantropía y su compromiso social.
Nació en Monterrey en 1882 y se graduó como Ingeniero Civil en el MIT.
Su vida fue una constante lucha por la prosperidad general. Partiendo de la Cervecería Cuauhtémoc, formó más de 50 compañías mexicanas exitosas que impulsaron el bienestar y el bien ser de sus colaboradores, promoviendo el Desarrollo económico con desarrollo social, modelo que llamamos Capitalismo Social.
Convencido de que "la educación lo puede todo", fundó escuelas de distintos niveles, incluyendo el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM); por ello, este mismo Congreso lo nombró Benemérito de la Educación de Nuevo León.
Su filosofía empresarial influyó a varias generaciones de empresarios que siguieron su ejemplo, y fue clave en la promoción de la cultura regiomontana.
Don Eugenio vivió y representó valores y actitudes que toda sociedad necesita. Fue un gran promotor de la Libertad, asegurando que no era un don de la naturaleza, sino un derecho por el cual es necesario luchar permanentemente.
Promovió la Responsabilidad de cada persona para aportar a la sociedad de la que también se beneficia, y en cuanto al ámbito político y empresarial, aconsejaba: "No repartas riqueza, reparte trabajo. Así elevarás el nivel de vida del pueblo".
Fue un defensor de la Justicia como uno de los derechos esenciales del ser humano, pensando que "el lucro no es renta para satisfacciones egoístas, sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social".
Fomentó que el Respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica.
Impulsó la Integridad en cuanto al cumplimiento de las leyes civiles y procurar tener una vida moral, a fin de vivir en paz y en sana convivencia, aconsejando que "La mejor decisión es hacer lo moralmente correcto y de ahí no moverse. No debes dejarte vencer por el poder del gobierno, del dinero o de otras gentes; transar nunca trae un beneficio".
Puso ejemplo de modestia y Humildad, lo cual es necesario para no envanecerse, observar los propios errores y fortalecer la empatía para trabajar con otros.
Promovió la Laboriosidad, asegurando que el ser humano nació para la actividad, pues posee un sinnúmero de capacidades y habilidades para crear cosas y transformar su entorno. Cría que la "dedicación al trabajo beneficia al individuo, a la empresa y a la sociedad entera".
Personificó la Generosidad al entregarse a los demás y contribuir a nuestra comunidad, afirmando que "Lo que uno es y puede poseer es una oportunidad de ofrecerlo a los demás y una oportunidad de servicio".
Fue un constructor de ciudadanía, al crear y sostener más de 40 asociaciones civiles, bajo la consigna de que "Una buena ciudadanía debe estar eficazmente organizada y ser capaz, por tanto, de no dejarse dominar ni por los violentos, ni por los farsantes, ni por los ladrones, ni por la fuerza, ni por el interés".
Su Legado ha sobrevivido al juicio del tiempo, y se mantiene vivo durante casi medio siglo. Ofrecer este legado a la comunidad es el objetivo del Centro Eugenio Garza Sada, creado y sostenido por la familia de don Eugenio, en particular por uno de sus 8 hijos, don David Garza Lagüera.
Por ello, en el Congreso del Estado instalamos esta semana un Altar en honor a Don Eugenio Garza Sada. La intención no es llenarlo de elogios vacíos para vernos más regios que los demás, ni para utilizar su buen nombre como capital político. No se le ha puesto en un altar para adorarlo como a un santo al que se le puede pedir milagros, esto sería un absurdo. Él no fue un héroe mítico o inalcanzable, al contrario, fue una persona cuyo ejemplo podemos imitar.
Lo que hacemos con este altar es recordar el Legado de un hombre que dedicó su vida a México, que amaba a su ciudad, que fue empático y solidario con los demás, quien no se mantuvo con los brazos cruzados al ver la desigualdad social, sino que puso manos a la obra para que los mexicanos pudieran vivir mejor en una sociedad más justa. Me da mucho gusto que no solo demos honor a quienes destacaron en la guerra o el conflicto, sino a quienes encabezaron revoluciones pacíficas y generaron bienestar.
Ignoramos cómo sea el espíritu de otros pueblos en otras latitudes, pero el Norte recuerda. Los nuevoleoneses reconocemos el mérito de nuestros ciudadanos, a quienes llamamos ilustres no por su éxito o riqueza, sino por su vocación de servicio. En su libro Los Sentimientos de la Nación, José María Morelos escribió que lo único que podría distinguir a una persona de otra era el vicio y la virtud.
En el Congreso Local también inscribimos en letras áureas en el Muro de Honor el nombre de Don Eugenio Garza Sada. Todo ello para reconocer a un hombre que supo manifestar acciones de virtud que trascenderán en el tiempo.
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