Autor: Grupo Legislativo PAN
Alguien
me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte.
Por: José Luis Galván Hernández.
Algunas
vez me toco oír en voz de María Eugenia Llamas
recitar a Jaime sabina. Y si bien físicamente ya no esta ella vive,
vive, vive, en espíritu y todas las cosas que nos dejo con su talento y pensamientos . Y por supuesto vive
y esta muy presente hoy con sus hijos Fernando,
María Eugenia, Luz María. Gracias por
acompañarlos aquí.
La Tucita, Maria Eugenia
Llamas se fue. Nuevo león ha perdido una
de sus hijas adoptivas consentidas. Maria Eugenia Llamas serà por siempre esa
maravillosa niña de 4 años que a todos nos hizo reìr, llorar, reunirnos frente
al televisor en familia para disfrutar una y otra vez de una de esas películas
en las que acompañò a Pedro Infante, por citar solo uno de los importantes
actores con los que compartio rodaje.
La vida es efìmera. La
vida se agota. La vida se evapora, es asì! Es la ley. Sin embargo, los
recuerdos permanecen. Los legados se heredan...y aquellos virtuosos que
trascienden màs allà de su propio linaje, aquellos que dejan raìces màs grandes
a las que encontraron al llegar, como Maria Eugenia, ellos viviràn por siempre.
Ellos trascienden. Ellos, ellos permanecen.
Hoy, a sus hijos
Fernando, Maria Eugenia y Luz Marìa, queremos decirles que admiramos
profundamente la labor de su madre, no solo como actriz sino como una ciudadana
ejemplar en nuestro querido Monterrey, que realizò una labor sobresaliente en
pro de la cultura desempeñàndose como coordinadora del INBA, como docente de
narración oral, escènica, de teatro y creatividad. Asì mismo, fue directora de
Cultura en el Municipio de Monterrey. Todo esto por citar solo algunos de los
cargos en los que se desenvolviò.
Maria
Eugenia Ademas fue una gran
activista social. una activista que reclamaba los derechos de los grupos
minoritarios, de quienes no piensan y actúan como quienes se sienten con el
derecho de imponer su voluntad a costa de lo que sea.
Basta recordar que María
Eugenia Llamas salió a las calles de Monterrey a mitad de la década de los 80
para reclamar los derechos de los homosexuales y las mujeres.
Dentro de una sociedad
que no se atrevía a reconocer la afectación de una pandemia, como es el Virus
de Inmunodeficiencia Humana, salió a las calles para informar sobre cómo
prevenir esta enfermedad, apoyando agrupaciones que orientaban a quienes habían
adquirido el virus.
Se le vio activamente en
las marchas y eventos que organizaba la fundación Abrazo, una de las primeras
agrupaciones dedicadas a hablar del Sida en Monterrey.
Si María Eugenia Llamas
viviera, seguramente en estos momentos estaría exigiendo justicia por los 43
normalistas desaparecidos de Ayotzinapa Guerrero.
Maria Eugenia fue una
madre, esposa y profesional ejemplar. Siempre sonriente, siempre ocurrente,
siempre con esa chispa de aquella niña de 4 años viva en su mirada. Siempre
sonriente, ocurrente, y en verdad, les decimos, Fernando, Maria Eugenia, Luz
Marìa. La vamos a extrañar.
A poco más de dos meses de su partida al viaje sin retorno, no nos queda más que decir gracias María Eugenia Llamas, gracias Tucita, por ser como fuiste .
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