Grupo Legislativo
Partido Acción Nacional

Autor: Grupo Legislativo PAN

Por Carolina Garza Guerra.

"Un maestro impresiona para la eternidad y nunca puede decir cuándo termina su influencia".   Henry Brooks Adams

Es una realidad que el respeto y la admiración hacia los maestros es algo que por generaciones los padres han inculcado a sus hijos.
¿Quién no recuerda algún maestro de primaria, secundaria o preparatoria que dejó huella en su vida?  Y que decir en la Universidad, al menos yo recuerdo a un sabio profesor, ya mayor,  que cada una de sus cátedras se convertían en lecciones de vida: "Al final la vida nos enseña lo que es importante,  y eso es la familia", solía decirnos aquel buen maestro.
 
Por eso y más, en nuestro País, la figura del maestro va más allá pues desde siglos atrás,  evoca los valores más altos como lo son la honestidad, la justicia y el respeto.  Los mexicanos sabemos que el futuro de la Patria depende del grado de educación que posea la mayoría.  Tenemos claro que la tarea fundamental de los profesores es encaminar a los alumnos hacia un futuro próspero y exitoso.

Sin embargo,  a últimas fechas la percepción hacia los maestros, al menos en México, ha cambiado, y esto ante todo por causa de grupos de maestros (gran parte del sur del País) que han salido a las calles a delinquir, al tomar vías de comunicación federales, a causar daño en propiedad ajena y otros actos por el estilo,  y lo peor es que muchos de ellos lo hacen incluso escondiendo su rostro bajo un pasamontañas.

Que diferente sería, como señaló un columnista hace días, si esos maestros estuvieran reclamando para prepararse mejor, para tener mejores aulas o computadoras, en fin, ¡todo mundo los apoyaríamos!.  Pero no, lamentablemente esos grupos de maestros sólo buscan dañar al país y perpetuar las canonjías que recibieron por décadas y hoy las ven amenazadas, según dicen,  por la reciente reforma educativa.

El caso es que lo que más nos ocupa en este día,  es ante todo hablar de la otra cara de la moneda mucho más numerosa y comprometida, por cierto,  con su vocación y misión.   Me refiero a los buenos maestros, a los cientos de maestros que se esfuerzan día con día para prepararse y superarse y así dar a sus alumnos lo mejor de ellos.

Maestros del campo, rurales quienes sin contar en muchas ocasiones con material ni aulas dignas,  ellos mismos, con su ejemplo y prestancia,  aportan su dignidad y conocimientos a los alumnos y los contagian de sabiduría y esperanza.  

Maestros de la ciudad que a pesar de poner todo su empeño por enseñar lo mejor posible a sus pupilos,  en ocasiones se topan con estudiantes prepotentes, hijos de "papi" quienes al ver que el maestro les niega alguno de sus caprichos, no se tocan el corazón para levantarle algún falso o calumniarlo.  No se imaginan ustedes los casos de  maestros de universidades del área metropolitana que reciben su cheque mensual descontado porque el alumno los acusó de alguna negligencia o falta de responsabilidad que nunca existió.   

Por eso y más, manifestamos la importancia de que en Nuevo León contemos con maestros de vocación,  maestros apasionados por enseñar, por compartir sus conocimientos e ideas con sus alumnos.
Maestros con alma generosa y espíritu pacífico que además de enseñar se preocupen por transmitir las mejores conductas,  los mejores ejemplos y más altos valores a la nuevas generaciones para que así los sigan admirando y respetando como se merecen.   Pero sobre todo aprendan de ellos, como aprendimos muchos,  las mejores lecciones de vida.

Cierro con las palabras que pronunció Bertrand Russell: "Los educadores más que cualquier otra clase de profesionales, son los guardianes de la civilización".  

¡Vaya compromiso el de los maestros! 

Ojala que en Nuevo León hoy y siempre así lo sea.